
Pero también la perdimos a la hora de educar, por ejemplo, en la nostalgia del hogar.
Cuando guardamos a los mayores en los geriátricos con tres bolitas de naftalina en el bolsillo, como si fueran un tapado o un sobretodo, de alguna manera tenemos enferma la dimensión nostálgica porque, encontrarse con los abuelos, es asumir un reencuentro con nuestro pasado.
Un gran maestro de la nostalgia, el poeta alemán Friedrich Hölderlin, tiene una obra muy linda que le dedicó a su abuela cuando ella cumplió 78 años, que empieza: “Viviste muchas cosas… Oh gran madre… viviste muchas cosas… ” y que termina: “Que el hombre no defraude lo que de niño te prometió”.
Recuerdo muy bien esto porque tengo una especial devoción por mi abuela, por todo lo que me dio en los primeros años de vida y así se lo reconozco en uno de mis libros.
Tomado de: EL JESUITA: Conversaciones con el Cardenal Jorge Bergoglio, sj.
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