Lo que en un momento dado ocupa nuestro pensamiento o impulsa nuestros actos,muchas veces no son cosas que percibimos con los sentidos sino cosas que no vemos, que no oímos, que no olemos, que no tocamos pero que podemos descubrir en la meditación.
Tomar distancia cada día de las actividades cotidianas, aunque sea por escasos minutos,
para meditar, nos ayuda a tener una visión objetiva y certera de la vida y del futuro, de quienes somos, para que estamos aquí y para dónde vamos.
La meditación nos ayuda a poner en orden nuestra escala de prioridades.
La meditación también nos ayuda a acercarnos a Jesús. De la misma forma que necesitamos pasar ratos a solas con nuestros seres más queridos, Jesús también quiere estar a solas con nosotros. Nuestra relación con Jesús se fortalece cuando centramos la atención en Él.
Cuando nos acercamos a Jesús por medio de la meditación, Él nos hace olvidar temporalmente nuestros problemas y preocupaciones y nos ayuda a conseguir soluciones que no hubiéramos podido encontrar si estuviéramos solos.
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