Es un regalo entender y vivir el dolor en
plenitud. Más aún: vivir en plenitud es un regalo.”
En algún momento la Iglesia exageró la cuestión
del sufrimiento como camino de acercamiento a Dios e hizo poco énfasis en la
alegría de la resurrección.
Me viene a la mente una de mis películas predilectas,
La fiesta de Babette, donde se ve un caso típico de exageración de los límites
prohibitivos. Sus protagonistas son personas que viven un exagerado calvinismo
puritano, a tal punto que la redención de Cristo se vive como una negación de
las cosas de este mundo. Cuando llega la frescura de la libertad durante el derroche de una cena, todos terminan transformados.
En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la
felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la
vida. Le tenía miedo al amor.
Adaptado de El Jesuita, Conversaciones con el
cardenal Jorge Bergoglio
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