La complejidad de la vida necesita placeres sanos que
permitan disfrutarla y hacerla mas llevadera, mas agradable.
Es
placentero llegar a tu casa después de una jornada de trabajo, leer un buen
libro, conversar con tu familia, compartir o jugar un partido de dominó con tus
amigos, salir al cine o a un concierto. Debes aprender a hacer de estos espacios momentos que disfrutas; esos
son espacios donde cambias tu rutina y descansas.
Otra cosa distinta es hacer
del placer una tendencia excluyente, entregándote a él para pasarla siempre
bien, dejando así de cumplir con tus
deberes por pasar ratos placenteros. Usar los placeres es impedir que ellos te usen a ti, que ellos te
escondan el contexto de tu vida, de tus responsabilidades. Una señal de que el
placer se ha vuelto un vicio es cuando notas que te va empobreciendo la vida y
te interesa mas el placer que la vida, esto es, el placer deja de ser un
ingrediente para disfrutar la vida y se convierte en un refugio para
escapar de ella
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