Ayer te observé mientas te levantabas. Esperaba que me
hablaras, comentándome algo o agradeciéndome algo bueno que te había pasado; pero
estabas ocupado buscando la ropa que te pondrías para ir al trabajo. Seguí
esperando mientras te arreglabas, suponía que tendrías unos minutos para decirme
¡hola!, pero estabas demasiado ocupado.
Encendí el cielo para ti, lo llene de cantos pero no te
diste cuenta. Con tantas actividades que tuviste todo el día no tuviste cinco
minutos para decirme algo.
De regreso a tu casa, encendiste el televisor. Esperé
mientras mirabas tus programas, luego cenaste y te acostaste. Te noté cansado y
apague el resplandor del cielo para que te durmieras.
Te despediste de tu esposa, de tus hijos y te dormiste sin
hacerme un comentario de como habías pasado el día, no me agradeciste las cosas
buenas que recibiste ni me pediste fuerzas para superar los errores que cometiste.
Hoy te estás levantando nuevamente y otra vez te entrego
todo el amor que siento por ti y continúo esperando que me dediques al
menos un pedacito de tu tiempo
Que tengas un buen día:
Jesús
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