Todos sentimos que tenemos poco
tiempo para el Señor y poco tiempo para nosotros. Nos dejamos absorber
por el "hacer". La actividad nos
domina, la sociedad con sus múltiples intereses monopoliza nuestra atención, se dedica mucho tiempo al ocio y a las diversiones
El Adviento nos invita a detenernos para comprender que los
acontecimientos de cada día son signos de la atención de Dios por cada uno de
nosotros. ¡Cuán a menudo nos hace percibir Dios un poco de su amor! El Adviento
nos invita y nos estimula a contemplar al Señor presente. La certeza de su
presencia, ¿no debería ayudarnos a ver el mundo de otra manera? ¿No debería
ayudarnos a considerar que nuestra existencia es una "visita"
permanente de Jesús donde él puede venir a nosotros y estar cerca de nosotros,
en cualquier situación?
Benedicto XVI
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