Hijo, quizás me preguntes: ¿Por qué comenzaste pateando calle?, muy sencillo, ofrecerme como contador a destajo era lo único que no requería de una inversión y una infraestructura. Solo requería motivación y perseverancia; y eso era precisamente lo que yo tenía en abundancia; además de conocimientos para hacerlo.
¡Ya tenía un plan!, y como todo plan que se precie tenía un objetivo y tenía un fuerte compromiso conmigo mismo, estaba dispuesto a poner todo el esfuerzo y sacrificio de mi parte para conseguirlo.
Estoy convencido que lo que separa a los emprendedores con éxito, de los que no lo tienen, es la perseverancia. Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo para recoger sus frutos.
Hijo, la vida sin objetivos es como la comida sin sal: muy sosa; y como solía decirme mi madre: "Carlos, hay dos grandes días en la vida de cualquier persona. El día en que nace, y el día en que se descubre para qué".
Segunda carta de un empresario a su hijo. Carlos Dorado. El Universal. 13-jul-2014
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