“(…) todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina” (Mt 7, 21-29)
Este mundo es el lugar donde el hombre pasa un momento de su existencia que determina su destino definitivo y eterno.
Jesús nos advierte del riesgo de perder la felicidad eterna. Él sabe que sólo amando la alcanzaremos y que por ello nos pide amar, pero no nos obliga a hacerlo porque el amor es del corazón de cada uno
,
es una decisión personal.
Es mejor que fundamentemos sobre roca en el hoy de nuestra vida. No vaya ser que sea demasiado tarde para poner los cimientos y llegue la lluvia y destruya nuestra casa.
Adaptado de: Buenaventura Acero, Catholic.net
Carlos Uzcategui B
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