
Agranda la puerta, Padre
porque no puedo pasar;
la hiciste para niños,
y yo he crecido a mi pesar.
Si no me la agrandas,
achícame a mí, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en la que vivir es soñar.
Gracias, Padre, que ya siento
que se va mi pubertad;
vuelvo a los años rosados
en los que era niño, y nada más.
Adaptado de Sergio Córdova. Catholic.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario