Colaboración es ayudar y servir de manera espontánea a los demás.
La colaboración es una actitud permanente de servicio hacia el trabajo y la familia o hacia cualquier persona que lo necesite, pensando en aquello que deseamos que hagan por nosotros, y viendo en los demás a nuestro propio yo.
La colaboración solo es posible cuando hay desprendimiento.
Colaborar requiere fortaleza interna. Requiere mirar al otro con una actitud de amor y comprensión. Si cada uno aportara algo, se podrían hacer grandes actos a favor de los que más nos necesitan y esto hablaría de nuestro sentido cristiano, haciendo la vida más ligera a los demás.
Las personas serviciales viven atentas, observando y buscando el momento oportuno para ayudar a alguien, aparecen de repente con una sonrisa, dispuestos a hacernos la tarea más sencilla. Las personas con espíritu de servicio tienen rectitud en sus intenciones y saben distinguir cuando existe una necesidad real.
Debemos estar conscientes del deber de colaborar, por ejemplo cuando ayudamos a nuestros padres, a nuestros hijos y a nuestros hermanos sin que nos lo pidan. La colaboración permite a la familia vivir en armonía.
El que recibe la colaboración debe merecerla, saber recibirla, agradecerla y aprovecharla. Debe recibirla como algo que le costó mucho al que la da: que le costó trabajo y que le costó desprendimiento que es lo más difícil. El que recibe la colaboración no debe recibirla como un regalo que no le costó nada y en consecuencia puede despilfarrarlo.
Excelente publicación. Ojalá quienes las lean obtengan algún provecho de ellas.
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