La duda era si los gestos de austeridad de Francisco dentro del Vaticano se verían reflejados en sus viajes al extranjero. La respuesta ha sido afirmativa. El pequeño Fiat gris no blindado con el que recorrió largos trayectos en Brasil, puso los pelos de punta a las fuerzas de seguridad. Sobre todo cuando bajó la ventanilla y comenzó a saludar a la multitud. es una invitación a los líderes mundiales a que no se alejen de las gentes con sus interminables escoltas de coches y despliegues.
La persona del Papa Francisco, su mensaje sencillo y socialmente exigente, su desprecio de lo políticamente correcto y su cercanía, ha despertado una atención inusitada por la Iglesia católica. Lo cual no quiere decir que el Papa haya pedido un trato especial para ella, por el contrario, ha insistido en una laicidad positiva del Estado, «que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respete y valore la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas».
El papa Francisco no desconoce que en la Iglesia hay de todo. Es como la Humanidad misma. Basta pensar en que la sociedad más civilizada, la europea, produjo en cuatro décadas dos guerras mundiales, tres sistemas totalitarios y montañas de cadáveres. Nadie puede asustarse de que también en la Iglesia se den contrastes que puedan escandalizar a algunos. «Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece». Hacer crecer el bosque es el gran desafío que tiene Francisco. Recemos para que el Señor lo ayude y ayudémosle también nosotros poniendo lo que esté de nuestra parte.
Adaptado de: Francisco va en serio. Rafael Navarro-Valls. 31 julio 2013
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