Una buena convivencia matrimonial repercute positivamente en el bienestar físico y emocional, no sólo de los cónyuges, sino también de los hijos y demás miembros de familia. Brindamos (en tres pastillas) algunas claves para aprender a manejar las situaciones cotidianas y así evitar que afecten el “clima” matrimonial.
1. ¡Afuera el egoísmo! Se es egoísta con el tiempo, con el dinero, con los gustos, con el poder, con las decisiones. Darle prioridad a los intereses particulares, es un paso seguro al conflicto. De ahí la afirmación que el egoísmo no tiene cabida en el matrimonio, pues no es lo “yo quiera” sino “lo que los dos queramos”.
2. Negociar en lugar de discutir. La vida matrimonial se basa en una negociación continua, donde no hay ganador, ni perdedor. Por eso la relación y los acuerdos se deben basar en un ganar/ganar. Cada uno debe buscar que los dos ganen en cualquier aspecto: en las decisiones, en lo económico, en lo sexual, en el hogar, etc.
3. No tomar como propio las actuaciones del cónyuge. Más bien hay que pensar que eso que nos molesta es un rasgo de la personalidad de él/ella. El cariño y el ejemplo es la mejor manera de ayudarle a mejorar sus defectos.
Tomado de www.lafamilia.info
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