Muchos favores del Señor los recibimos de Dios a través de las personas que vemos diariamente, y por eso el agradecimiento a Dios debe pasar por esas personas que tanto nos ayudan a que la vida sea menos dura, la tierra más grata y el Cielo más próximo.
Al Señor le agrada vernos agradecidos con todos aquellos que cada día nos favorecen de mil maneras. Es necesario pararnos y decir sencillamente «gracias» con un gesto amable que compensa la brevedad de la palabra .
Diariamente también debemos pedir abundantes bendiciones del Señor para aquellos, conocidos o no, que nos han procurado algún bien .
Y no dejemos pasar ningún día sin decir: «Gracias, Señor, por todo». No existe un solo día en que Dios no nos conceda alguna gracia particular y extraordinaria.
Tomado de Hablar con Dios
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