El evangelio de Juan nos refiere que Jesús apareció dos
veces a los Apóstoles encerrados en el Cenáculo: la primera, la misma tarde la
Resurrección, y aquella vez no estaba Tomás, quien dijo: “si no veo y no toco,
no creo”. La segunda vez, ocho días después, esta vez estaba también Tomás. Y Jesús se
dirigió precisamente a él, lo invitó a mirar las heridas, a tocarlas; y Tomás
exclamó: ‘¡Señor mío y Dios mío!.
Entonces Jesús dijo: ‘Porque me has visto has creído.
¡Dichosos los que no han visto y han creído!.En todo tiempo y en todo lugar son bienaventurados aquellos que, a través de la Palabra de Dios, proclamada en la Iglesia y testimoniada por los cristianos, creen que Jesucristo es el amor de Dios encarnado, la Misericordia encarnada. ¡Y esto vale para cada uno de nosotros!.
Confiados siempre en la Misericordia del Señor. Él siempre nos espera. Nos ama. Nos ha perdonado con su sangre y nos perdona cada vez que vamos a Él a pedirle perdón. Tengamos confianza en su Misericordia”
Adaptado del Papa Francisco en www.aciprensa.com
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