El
ideal es un gesto del espíritu en la búsqueda de la
perfección, es un esfuerzo continuo del hombre para adaptarse a una
naturaleza que
evoluciona. Todo ideal es una fe en la posibilidad de la perfección. Sin
ideales seria inexplicable la evolución humana. Los espíritus afiebrados
por
algún ideal son adversarios de la mediocridad. Todo idealista posee un
sentido
de las diferencias que le permite distinguir entre lo bueno y lo malo
que
observa, y lo mejor que imagina. Sin ideales es inconcebible el
progreso. Hay dos
clases de idealistas, según predomine en ellos el corazón o el cerebro.
El
idealismo sentimental es romántico, donde la imaginación no es inhibida
por la crítica
y los ideales viven del sentimiento. El otro es el idealismo con los
pies en la tierra donde
los ritmos afectivos son encarrilados por la experiencia y la crítica
que convierte los ideales románticos en ideales reflexivos y serenos. La
primera
clase corresponde a la juventud y la segunda a la madurez, la primera es
adolescente,
crece, puja y lucha; la segunda es adulta, se fija, resiste, vence. Los
idealistas románticos son exagerados porque son insaciables. Las
rebeldías
románticas son aplanadas por la experiencia, pero la actitud del
idealista será
siempre hostil a su medio, de abierta resistencia a la mediocridad
ambiental.
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Quiero compartir con todos los lectores, estas pastillitas, que mi hermano mayor me regala casi todas las mañanas. Reúnen las cualidades de ser profundas pero sencillas , de rápida lectura y de acción prolongada en sus beneficios , gracias Germán .
lunes, 29 de abril de 2013
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