En su libro “Pase lo que pase no es el fin del mundo”, Joan Borysenko explica que quienes ayudan a otros sienten una sensación de dicha, una energía expansiva y alegre que hace agradecer la existencia. Además, afirma que al ocuparse de otra persona en lugar de pensar sólo en uno mismo los dolores físicos disminuyen porque el cuerpo libera endorfinas. “También produce otros cambios hormonales que reducen el estrés, refuerzan el sistema inmunitario y protegen el corazón”. Borysenko explica que esa buena sensación que se siente luego de realizar una buena acción, acaba por transformarse en una sensación más duradera de calma y satisfacción. Varios autores coinciden en que hacer actos de generosidad diariamente –mejor si son anónimos– aumenta el bienestar personal. Se puede empezar con cosas sencillas como ceder el paso a otro conductor, sostener la puerta para que otro pase o hacer un cumplido sincero.
Adaptado de 15 ideas para vivir mejor. Angela Feijoo afeijoo@el-nacional.com 3-feb-2013
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