Los discípulos tenían miedo miedo de afrontar los desafíos del día a día. Su atención estaba centrada en resolver las cuestiones y problemas del momento y no en mirar al Maestro que siempre estaba con ellos.
Por eso Jesús les dice: ¿Teniendo ojos no veis y oídos no oís?. Están con Dios y aún así sus ojos se centran en otras realidades y dudan del poder infinito del Señor. Habían visto los milagros y su poder pero prefieren poner la confianza en sus propias fuerzas humanas. Les faltaba confiar. Muchas veces afrontamos las dificultades sin mirar al Señor que siempre está con nosotros y quiere ayudarnos.
Miremos al Señor y pongamos nuestras angustias y alegrías en Él. Lo que más le duele a Cristo es que dudemos de su amor. Él nunca se va a cansar de acompañarnos y demostrarnos su amor. Hagamos nuestra esa llamada de atención que le hace Jesús a sus apóstoles
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Dios está con nosotros y solo busca que seamos felices. Confiemos en Él.
Adaptado de: Julián Higuera | Catholic.net
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