A Cristo no le gustan los hipócritas. No le gustan los que hacen las cosas para ser vistos, pero no interiorizan lo que dicen.
Podemos hacer muchas cosas, olvidándonos de las más importantes que son las interiores, las que Dios nos pide que hagamos, no para ser vistos como lo hacían los fariseos, sino para nuestro bien y el de los demás.
Pidámosle a Cristo que nos enseñe a ser hombres rectos, y coherentes, así llegaremos a vivir con madurez todos nuestros actos, y seremos bendecidos por Dios con creces en nuestro trabajo.
Adaptado de J.P Menéndez, ¡Ay de ustedes, si son como los fariseos!. C atholic.net. 15-oct-2014
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