La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y de ese algo depende la felicidad eterna mía y de otras personas. El psiquiatra Víctor Frankl, recomienda a los deprimidos que ya no encuentran ninguna razón para vivir, preguntarse: qué espera el mundo de mí?”.
No tenemos razón para abandonar, pues tenemos una misión que cumplir en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie puede cumplirla por nosotros. Tenemos que descubrirla y cumplirla.
Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por los talentos que me diste y he malgastado hasta hoy. Te prometo esforzarme para aprovechar bien los que aún me quedan. Me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto en mi camino.
Adaptado de: Fiel y prudente a la Voluntad de Dios. Catholic.net. 22-oct-14
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