La predicación de Jesús generó opiniones divididas entre sus contemporáneos a los que llama “esta generación”. Criticaron a Juan el Bautista porque no comía pan, ni bebía vino; y criticaron a Jesús porque comía y bebía con recaudadores y pecadores.
En realidad, lo que les interesa a quienes critican a Jesús y al Bautista es rechazar lo que ambos proponen, porque cuestiona los privilegios sociales que habían alcanzado a costa de ocultar a Dios. Juan invitaba a la conversión por medio del bautismo, y Jesús convocaba a la conversión del Reino de Dios.
Comer y beber no hacen impuro a nadie; lo que está en el corazón, sí. Por eso, sólo la conversión real es lo que importa. Por encima de las críticas de los demás se encuentran las convicciones personales. Jesús creía firmemente en la llegada del Reino de Dios y, por encima de lo que pensaran sus contemporáneos, siguió adelante. Comió y bebió con pecadores para enseñarles que el Reino de Dios es como una gran cena donde todos tienen cabida.
Tomado de: http://www.donbosco.org.ar/evangelio_del_dia_detalle.php
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