Somos dados a mirar lo que pasa afuera convertirnos en jueces para enmendar la plana a los otros.
Con frecuencia lo que nos molesta de los otros son nuestras propias deficiencias que vistas en los demás despiertan nuestras conciencia; es que los otros hacen de espejo nuestro y así sus limitaciones ponen al descubierto nuestros propios defectos. Por eso será mejor tratar de curar nuestras heridas para poder ayudar a los demás.
No nos dejemos llevar por celos indiscretos queriendo hacer buena a la gente; más bien miremos a nuestro interior y seamos consecuentes con nuestras obras no sea que tengamos que oír el reproche que Jesús les dirigió a los fariseos: ¡Hipócritas!
María Cruz. Catholic.net. 12-sep-2014
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