Cada vez que leo la Escritura Santa, en los pasajes en que se habla de Nuestra Señora, me llaman la atención tres verbos.
El primero es alegrarse. Fue la primera palabra que el arcángel Gabriel dirigió a la Virgen: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). La vida del que ha descubierto a Jesús se llena de un gozo interior tan grande, que nada ni nadie puede robárselo. Cristo da a los suyos la fuerza necesaria para no estar tristes ni agobiarse, pensando que los problemas no tienen solución. Apoyado en esta verdad, el cristiano no duda que aquello que se hace con amor, engendra una serena alegría, hermana de esa esperanza que rompe la barrera del miedo y abre las puertas a un futuro prometedor. Qué alegría siente el que ama auténticamente, con hechos diarios, y no es de los que abunda en palabras vacías que se lleva el viento.
Papa Francisco 06 Sep. 14 ACI/EWTN Noticias
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