Es interesante ver en la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón y cómo Epulón sólo se acuerda de Lázaro cuando necesita de él. En su vida, nunca le tuvo presente para ayudarle a tener una vida más digna. A nosotros nos pasa lo mismo, sólo nos acordamos de los demás para nuestro propio provecho y bienestar.
Todos los bienes y talentos que recibimos de Dios son para servir a los demás. Muchas veces no podremos ayudar materialmente, pero podemos dedicar nuestro tiempo, dar una sonrisa, unas palabras amorosas. La mejor forma de transmitir a Cristo, de evangelizar el mundo, es con nuestro ejemplo, con la donación de nuestro tiempo a los demás, tiempo que es la mayor riqueza que tenemos.
Tómate tiempo para hacer caridad, es la puerta del cielo. (Madre Teresa de Calcuta)
Adaptado de Lucas Ongaro Arcie | Catholic.net
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