Dejar las cosas para más tarde te provoca una sensación de inquietud, de ansiedad, de estrés, de sufrimiento. ¿Por qué lo haces?
Lo haces porque los compromisos y prioridades que te marcas no son reales y para evitar quedar en evidencia fabricas tu propia justificación: “es que no tengo tiempo”.
Cuando realmente quieres hacer algo, encuentras tiempo para hacerlo a pesar de que las distracciones potenciales sean las mismas de siempre, y sin embargo las apartas de un plumazo para hacer lo que realmente quieres hacer.
Por lo tanto, analiza con atención y con sinceridad cuáles son tus compromisos y prioridades reales. De esta forma, renegocias tus compromisos contigo mismo, y te limitas a comprometerte con lo que realmente tienes y quieres hacer. No te comprometas a hacer lo que no vas a hacer.
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